Como cualquier juego óptico, la gentrificación depende mucho de quién y cómo la mire. Unos observan satisfechos la renovación de fachadas, la apertura de más y mejores restaurantes, los bares llenos, las plazas impolutas, los museos y salas de conciertos, las calles más limpias y seguras, las ’boutiques’ de diseño y panaderías ‘gourmet’ en la misma esquina donde antes se trapicheaba con hachís y se ofrecía sexo a plena luz del día.
Otros lo que ven son alquileres más altos, servicios públicos que pierden terreno ante las atracciones turísticas, terrazas ruidosas que incumplen la normativa municipal hasta altas horas de la noche, comercios tradicionales asfixiados por las franquicias y las multinacionales, turismo de borrachera, especulación inmobilaria, intereses económicos ocultos, vecinos de toda la vida que se marchan porque no pueden seguir el ritmo de los cambios y bolsas de marginalidad empujadas a otras zonas de la ciudad por la policía…
Este artículo es un resumen de la noticia original escrita por Ángel Villarino & María Zuil para El Confidencial ´Gentrificación: la batalla por el centro de Madrid´