El nevado Ausangate se encuentra en la Cordillera de Vilcanota, la parte oriental de la Cordillera de los Andes, a 100km al sur de Cusco y es la quinta montaña más alta del Perú, con 6384 metros de altura. Los nativos de la zona andina lo denominan Apu, que significa Dios o montaña sagrada.
El proyecto Andean Lodges nació en el año 2006 a por iniciativa conjunta de Rogers Valencia, actual Ministro de Comercio Exterior y Turismo de Perú y las comunidades pastoras de Chillca y Osefina. La idea era abrir el circuito de caminata hacia el Apu Ausangate a otros segmentos de turistas, más allá de los aventureros que ya lo visitaban y acampaban durante el trekking. Hablando con los habitantes de las comunidades por donde pasaba el camino, y escuchando su interés en involucrarse más en la actividad turística, surgió la idea de crear una serie de lodges o albergues en el circuito. Lo que se buscaba era proveer un tipo de alojamiento más confortable a los visitantes que quisieran hacer la caminata pero que estuvieran dispuestos a pagar un precio más alto por un servicio exclusivo. Vale aclarar que los albergues se sitúan a alturas de entre 4300 y 4900 metros de altura, siendo Machuraccay Tambo el albergue más alto del mundo, a 4850 metros.
Se buscaba por un lado, frenar el abandono de las comunidades generando oportunidades laborales y al mismo tiempo preservar y transmitir sus tradiciones ancestrales a los visitantes
El desafío que se planteó Andean Lodges fue incluir a las comunidades por donde pasa el camino de Apu Ausangate en el desarrollo turístico, para que puedan beneficiarse directamente y sumar un ingreso a sus actividades primarias, basadas principalmente en la cría de llamas, alpacas y la agricultura de subsistencia. De esta manera, se buscaba por un lado, frenar el abandono de las comunidades generando oportunidades laborales y al mismo tiempo preservar y transmitir sus tradiciones ancestrales a los visitantes.
¿Cómo lo lograron?
Con esta finalidad, Andean Lodges se asoció con las comunidades de Chillca y Osefina para llevar adelante el proyecto. Los cuatro albergues fueron construídos entre 2006 y 2009 con la ayuda de los miembros de las comunidades y uno de ellos, Anantapata, fue construido enteramente por la comunidad de Chillca y cedido luego a Andean Lodges como parte de las acciones de la comunidad en la empresa.
La propuesta se basa en itinerarios de entre 2 y 7 días en salidas grupales (de hasta 12 personas) o privadas, que dependiendo la cantidad de días realizan un circuito de hasta 60 kilómetros, pernoctando cada noche en un albergue diferente. La particularidad es que el personal va siguiendo al grupo de caminantes, preparando las comidas y los albergues para recibir a los huéspedes a su llegada.
Los paisajes que se aprecian en el recorrido son espectaculares y van desde planicies y formaciones rocosas hasta glaciares y lagunas, pero como agrega Rogers Valencia, el diseño del circuito incluye también compartir las historias de sus pobladores, su cosmovisión, su relación con estas montañas sagradas. “Las historias son fundamentales y son los mismos miembros de la comunidad los que pueden transmitirlas a los visitantes. Muchos toman el viaje como un desafío físico, pero también es una experiencia de aprendizaje cultural”, concluye Rogers.
La oficina de Cusco, con un equipo de ocho personas, se encarga de gestionar las reservas y logística, así como promover y vender el producto en diferentes canales online y offline. Son miembros de ATTA (Adventure Travel Trade Association) y su principal segmento de mercado es el americano, con un 70% proveniente de este país.
La parte operativa de la gestión de los albergues es entera responsabilidad de los comuneros, quienes se han agrupado en dos asociaciones: la asociación de mujeres tejedoras y la asociación porteadores del valle de Ausangate. Ellos organizan sus turnos de trabajo mediante dos coordinadores, uno maneja al personal de cocina y housekeeping, el otro a los arrieros de llamas que cargan el equipaje de los huéspedes y los caballos que cargan otros insumos. Hay además un encargado o guardián de cada albergue. Mediante una lista de las personas disponibles para trabajar van asignando los turnos de trabajo de manera equitativa. Un aspecto importante a destacar es que se paga a los trabajadores inmediatamente al final de cada excursión.
Todos los involucrados en la gestión operativa reciben constante capacitación y una de las modalidades utilizadas son las prácticas profesionales en establecimientos hoteleros y restaurantes de Cusco, para que los empleados puedan aprender sobre atención al cliente, presentación de los platos y adquirir experiencia en el ritmo de trabajo y calidad de servicio en establecimientos de la misma categoría que Andean Lodges.
Una idea innovadora es la posibilidad de realizar intercambios con otras comunidades. Por ejemplo, comunidades de Huaraz han trabajado por un tiempo en Andean Lodges, con el objetivo de aprender y generar proyectos similares en su región. Asimismo, este año tres personas de Chillca y Osefina tendrán la posibilidad de pasar un tiempo con la comunidad Kichwa Añangu que gestiona Napo Wildlife and Cultural Center, emprendimiento de turismo comunitario en la Amazonía ecuatoriana, líder en el desarrollo de un turismo sostenible. Así, podrán aprender sobre su modelo de organización comunitaria, para luego replicar o adaptar las buenas prácticas en su propia comunidad.
A su vez, la empresa trabaja para incorporar buenas prácticas de gestión ambiental, lo cual no es tarea fácil, con sus albergues ubicados en lugares remotos. Se han instalado paneles solares en algunos de los albergues, no se utilizan plásticos y se proveen champús y jabones biodegradables. Los albergues cuentan con una chimenea a leña en el espacio común, lo cual invita a la socialización de los huéspedes. Desde el 2016 empezaron el proceso para conseguir la certificación TourCert de responsabilidad social corporativa, que obtuvieron en 2017 y han creado su propio código de ética.
Andean Lodges constituye un caso de éxito en la gestión comunitaria de sus albergues, haciendo protagonistas del proyecto a las comunidades de Chillca y Osefina, que encuentran en el turismo no sólo un ingreso económico sino una forma de transmitir sus saberes y tradiciones a los viajeros interesados en descubrir este rincón mágico del Perú.