Surgidos al calor de la llamada economía colaborativa, las plataformas de alquiler de pisos turísticos permiten viajar de forma económica y cercana. Pero también es cierto que se acompañan de no pocas controversias, como la subida de los precios de alquiler, molestias a los vecinos, gentrificación o turismofobia. Pero un nuevo concepto quiere volver a los orígenes aplicando una fórmula ética, justa e inteligente.
Frente a esta situación, un grupo de activistas, programadores, investigadores y creativos de todo el mundo se unieron en Fairbnb con el fin de crear una solución viable económicamente y que pueda ser una alternativa válida a las actuales plataformas comerciales.
La iniciativa, que pretende facilitar a anfitriones y vecinos decidir colectivamente junto con los ayuntamientos sobre el modelo de alquiler de la estancia y, sobre todo, reinvertir parte de los beneficios en las comunidades en las que opera. Ya en fase de pruebas, el modelo funcionará en cinco ciudades europeas: Barcelona Ámsterdam, Bolonia, Venecia y Valencia.
En su manifiesto se comprometen a reinvertir parte de los beneficios “en proyectos sociales que luchen contra los efectos negativos del turismo” y que irán desde cooperativas alimentarias a áreas de juegos para niños, proyectos medioambientales y espacios comunitarios.
Este artículo es un resumen de la noticia original publicada por Cerodosbe: “¿Es posible un Airbnb más ético? Esta nueva plataforma cree que sí”.