Aprovechar los recursos que nos brinda la tierra para crear actividades turísticas es una buena manera de aportar riqueza a los lugares, y si además se involucra la gastronomía ayuda a convertir a los turistas en prescriptores del destino a través de experiencias turísticas diferenciadas y adaptadas a cada recurso.
Para poder aplicar ideas nuevas a recursos ya existentes, es necesario estudiar el ciclo de vida del recurso ya que nos ayudará a entender el lugar en el que se encuentra con respecto a su demanda, y así poder visualizar si se podrían diseñar actividades paralelas o complementarias. También es necesario analizar el destino para inventariar la infraestructura turística y saber qué capacidad de carga tiene; y sobretodo diseñar la nueva actividad que queremos desarrollar siempre junto con la población local, desgranar de qué fases se compone y aplicar la sostenibilidad a cada una de ellas. Sin olvidarnos de hacer un seguimiento una vez la actividad está en marcha para cerciorarnos que el turista recibe calidad y que ni el recurso ni el destino se ve afectado.
Caso práctico: Sierra Mágina (Jaén)
Os lo voy a mostrar a través del ejemplo del olivo en Sierra Mágina. Para este parque natural es de vital importancia proteger su entorno porque el olivo es el modus vivendi de casi toda la población. Según Jesús Sutil, Gerente de la D.O. Sierra Mágina, «el cultivo del olivar y la producción del aceite de oliva ha evitado el abandono de muchos municipios, y como la recolección exige mucha mano de obra, especialmente en nuestro olivar de sierra, permite que la gente pueda seguir viviendo aquí.»
Cuando pienso en el olivar, además de aceite, lo relaciono con: turismo, gastronomía, cosmética, museos, almazaras, cultura, historia, esfuerzo y vida. Lo bueno de estos recursos tan arraigados a la tierra es que tienen un potencial muy grande para valorizarlos como recurso turístico.
Sierra Mágina juega con ventaja: está adherido a la Carta Europea del Turismo Sostenible, cuenta con almazaras certificadas con criterios de sostenibilidad y producen aceite de calidad bajo la D.O. Sierra Mágina, la cual, en palabras de Jesús Sutil, «cohesiona el territorio y permite una diferenciación en su comercialización». Sin olvidar que la zona dispone de infraestructura turística para absorber una cantidad suficiente de turismo para sus características, que ya aprovechan turísticamente el olivar realizando oleoturismo y que la Diputación de Jaén lo promociona a través del producto turístico OleotourJaén. Y lo más importante, su gente está orgullosa de su tierra.
Oleoturismo más sostenible
Ya hemos visto que el oleoturismo es una actividad turística que genera beneficios en la población local, ¿pero y si los maximizáramos de una forma sostenible para garantizar su perduración en el tiempo? Tras mi visita a Sierra Mágina me surgieron las siguientes ideas para fomentar lo que he llamado “oleoturismo sostenible”:
- Planificar las rutas teniendo en cuenta un bajo nivel de emisiones de CO2.
- Dar la oportunidad a los visitantes de plantar o apadrinar un olivo como medida compensatoria de las emisiones de CO2 emitidas durante la ruta, que además, es una buena manera para crear un vínculo con el visitante.
- Disponer de rutas adaptadas para personas con movilidad reducida.
- Organizar grupos reducidos para que se integren mejor en el territorio con el objetivo de no perturbar la biodiversidad ni la vida diaria de sus habitantes.
- Visitar almazaras con estándares sostenibles en la producción de aceite.
- Realizar actividades participativas con los visitantes en los trabajos de la almazara según la época del año.
- Ampliar la ruta a otras actividades relacionadas con el olivo: cata de aceite, picnic con productos locales contando donde los pueden ir a comprar, visitar empresas que usan aceite como primera materia para elaborar sus productos como por ejemplo los cosméticos.
- Implicar a la población local en el diseño de actividades porque sin duda, no hay mejores prescriptores que los mismos habitantes, y en el caso de Sierra Mágina, son aquellas personas que trabajan la tierra, que saben el esfuerzo que supone sacar adelante la producción de aceite, que usan los recursos de la tierra para crear otros productos y que te cuentan con orgullo que sus productos son excelentes. Son ellas las que consiguen que el visitante se haga suya la tierra y quiera volver.
En definitiva, valorizar un recurso como turístico desde la sostenibilidad son todo ventajas: se impulsa la economía local, se protege el medio ambiente, se involucra a la población local y se da calidad al turista, que queda contento, lo comparte y crea un vínculo con el destino.
Este artículo forma parte del Famtrip de turismo responsable al que fuimos invitados en Sierra Mágina por la Diputación de Jaén. Puedes conocer más sobre todas las actividades realizadas en el artículo escrito por Mi Ruta en este enlace.