En el Encuentro Digital de Turismo Comunitario Latinoamericano partipa Matías Escudero, consultor en turismo, y fundador de TURIMETRÍA para compartir varias de sus experiencias en escenarios de conflictos sociales, turismo para la paz y turismo de proximidad. Hoy nos comparte este artículo en colaboración con Julio Gisbert Quero.
La circulación económica local promueve el incremento de bienestar hacia el interior de los territorios y, por medio del consumo, se transforma en valor de pertenencia, reencuentro y arraigo del medio que habita. Cuando nos referimos a monedas locales, hacemos referencia a la posibilidad de que colectivos y comunidades puedan generar sus propios mecanismos de intercambio comercial, aparte de los mecanismos tradicionales de intercambio basados únicamente en el dinero de curso legal de cada país, bien por ausencia de éste o bien como complemento del mismo. De esta manera, se pueden activar ciertos recursos que por lo general quedan ociosos, sin utilizar o sin considerar de valor por parte de la denominada economía de mercado.
Hay miles de ejemplos de monedas locales por todo el mundo, algunas de ellas amparadas y reguladas por gobiernos locales, nacionales e incluso transnacionales. Otras son de carácter local, más alternativas y promovidas desde pequeñas comunidades y colectivos. En general, todas ellas con la característica de contrarrestar uno de los graves problemas que tiene el dinero de curso legal por sus propias características, que es su escasez y su desigual distribución.
Los bancos de tiempo, creados hace ya más de 30 años en Estados Unidos y Japón, valoran sobre todo lo que llamamos economía de cuidados, primando el intercambio de conocimientos y servicios entre las personas y usando una moneda muy peculiar llamada tiempo, constituyendo actualmente la red más extendida de moneda local por todo el planeta.
Ejemplos de intercambio en comunidades locales
Hay diferentes formas de crear moneda local y en este caso nos vamos a ceñir a la que nosotros consideramos más social de todas ellas: las denominadas monedas de crédito mutuo. Estas se generan a partir de la contabilización de los intercambios de productos, conocimientos y servicios que se realiza entre las personas implicadas; de la misma manera en que funcionan los bancos de tiempo, favoreciendo una herramienta tan efectiva como puede ser el dinero de curso legal en cuanto a su función de medio de pago o de cambio.
Veamos un ejemplo. Si Pedro le compra a María por el valor de $5 y Pedro contabiliza en su cuenta un crédito en su contra de $-5 y María da un crédito a su favor de $5, realizándose el intercambio, sin necesidad que María tenga que trocar por otro producto o servicio con Pedro. Es ese crédito a favor de María lo que le permite poder pagar a Pedro por otro servicio utilizando la misma contabilización. De esta manera, el sistema empieza a moverse a partir de la contabilización positiva o negativa de esas transacciones, usando una denominación a ese valor que hace de moneda y que en ocasiones recibe el nombre local que corresponda y elija la comunidad – generalmente con un carácter identitario – y una paridad respecto a la moneda de curso legal nacional que permita poder valorar, conforme mercado, los productos o servicios intercambiados.
En el caso del banco de tiempo, corresponderá a las horas que se utilicen para realizar la transacción lo que se pague o cobre entre sus usuarios, en este caso generalmente servicios y conocimientos. Si bien, algunos bancos de tiempo intercambian ocasionalmente productos utilizando una eventual paridad entre tiempo y moneda nacional, pero sobre todo dando más valor a las transacciones inmateriales, es decir, a la cultura, la educación y la formación de las comunidades y los individuos.
Influenciados por la pandemia y de forma espontánea, están apareciendo en algunos países colectivos que utilizan redes sociales u otras plataformas digitales como p. e. Facebook para realizar trueques directos de complicada ejecución, sin valorar la eventualidad de poder implementar una moneda de crédito mutuo que favorezca enormemente no sólo las transacciones y los intercambios, también la economía local.
Implementación de las monedas locales
Es cierto que para su implementación se requiere de un equipo gestor que recurra a determinadas normas para el funcionamiento de la moneda y de un seguimiento y una dinamización de los intercambios. La cuestión es que muchas de estas comunidades están lo suficientemente bien organizadas como para poder implementar un sistema de crédito mutuo sin muchas dificultades, habiendo además por internet tanto ejemplos en otras partes del mundo o en el propio país, así como plataformas informáticas que facilitan su acceso gratuito a herramientas de gestión en cuentas de usuarios con su propia plataforma de pagos, casi como si fueran modelos bancarios a la medida de su uso.
Respecto a la oportunidad de las criptomonedas como otra eventual herramienta de intercambio para comunidades y personas, por el momento requiere de un fortalecimiento del acceso a las telecomunicaciones, ya que para el caso de latinoamérica todavía existe un alto porcentaje de población que carece de acceso a las redes de comunicación y los dispositivos tecnológicos adecuados para su aprovechamiento; todo esto a la par de necesidades legales que deberían considerarse en la agenda de todo gobierno, y aún luego de los múltiples efectos económicos del COVID-19 sigue siendo un pendiente en la mayoría de los países.
Somos conscientes de la desinformación que existe sobre las monedas locales. Sin embargo, están apareciendo diversas iniciativas locales que se están atreviendo, a partir de la experiencia, a actuar como eventuales consultores para la creación de otras monedas en diferentes países, con encuentros internacionales y nacionales, así como la aparición tanto de asociaciones nacionales y transnacionales de apoyo y promoción de monedas locales y de de bancos de tiempo.
Algunos ejemplos son la Asociación Iberoamericana de Bancos de tiempo y los más de 200 bancos de tiempo que existen actualmente en países de habla hispana y portuguesa. Así como la iniciativa que se presentará en el “Encuentro Digital de Turismo Comunitario Latinoamericano” el próximo 9 de octubre a las 09.30hrs – hora México – , abordando un estudio de caso sobre la implementación de bancos de tiempo en experiencias de turismo comunitario, convirtiendo el recinto turístico en una escuela de conocimiento y de inserción laboral a partir de la economía y las tradiciones locales.
Un análisi de intercambio en el sector turístico
En cuanto al turismo, la circulación económica históricamente generada por el turismo, de importancia para el comercio internacional, hizo que en 1963 diversos organismos internacionales, entre los que se encontraba las Naciones Unidas, convocaran a una Conferencia Internacional sobre Viajes y Turismos en Roma, donde se comienza a reconocer a esta industria como un “medio sano de intercambio cultural entre pueblos”.
En nuestra actualidad digitalizada, el “intercambio cultural” al que denominamos turismo pueda significar un sin fin de alternativas en cuanto a la forma de relacionarse e intercambiarse como estrategia de pagos; y que en ocasiones por falta de efectivo puede intercambiarse por algún tipo de servicios manuales, creativos, didácticos o como personal voluntario de la empresa prestadora de servicios turísticos.
Por otra parte, esta dinámica también puede observarse al interior del destino, como es el caso particular de análisis como ejemplo que intenta servir como reflexión acerca de la implementación de un modelo de relacionamiento local en el marco de una serie de talleres dictados en el año 2018 sobre la sostenibilidad turística del territorio. Estos talleres estaban dirigidos a pobladores del municipio de El Retorno, Guaviare (Colombia), quienes en la actualidad se encuentran constituidos como Asociación Agroecoturística de El Retorno Guaviare – AGROECOTURG -.
La experiencia inició observando ejemplos acerca de mercados similares ya implementados en otras partes del mundo – como fué el caso de la moneda local Puma en el barrio del Pumarejo en Sevilla, España – a fin de incentivar la reflexión acerca de los productos y servicios de la canasta básica cotidiana que podrían ser provistos por la propia comunidad, y que potencialmente pueden convertirse en una alternativa de abastecimiento disponible, inmediata y en apoyo al valor regional.
Sirviendo como resultado a un sistema de moneda denominado Retornos, se distribuyeron chequeras con un monto de 50 Retornos cada una, lo cual facilitó la rotación de productos y cuantías en forma de Retornos. Esta actividad puso en evidencia las habilidades de cada participante para corresponder a las solicitudes de los oferentes reales en el mercado local.
Si bien esta acción cumplió de forma efectiva con la premisa de intercambio de alimentos, artesanías y otros bienes de consumo, no tuvo continuidad una vez finalizada la transferencia de conocimientos. Sin embargo este tipo de herramientas se encuentran cada vez más disponibles y en capacidad de servir como alternativa de reactivación ante la escasez de circulación local.
Ejemplo de ello, algunos pobladores de El Retorno comentaron que este método les recordaba a un antiguo sistema de pagos denominado “Libretas”, que utilizaban para contabilizar los créditos de las primeras poblaciones de colonos asentadas a orillas de Caño Grande a finales de la década de los sesenta, quienes con una limitada renta llegaron a la región en busca de progreso, adquirir algunas hectáreas de tierra y acceder a una mejor calidad de vida.
Puede inferirse por lo anterior que estas experiencias de moneda local podrían tener una vida corta en el tiempo para resolver determinadas cuestiones puntuales, si bien hay muchas iniciativas de similares características que no sólo implican al denominado turismo comunitario, sino que afectan también, de manera duradera y enriquecedora, a otros aspectos del quehacer de comunidades por todo el mundo como la educación, la salud, el empleo y un modo de vida colaborativo y respetuoso con el medioambiente.