En una reciente entrevista realizada a Javier Escalera, profesor titular de antropología de la Universidad Pablo de Olavide, habló de la ‘turistificación’ de Sevilla y la pérdida de identidad de la ciudad, así como otras consecuencias del turismo de masas. A continuación resumimos alguna de sus reflexiones.
Un tema central de la Atropología es el de las identidades, y según Javier Escalera, “el turismo convierte en mercancía la identidad y la cultura de la gente que, en algunos casos, desemboca en la disolución de las mismas, sobre todo en las sociedades más débiles.” Comenta que el boom que ha sufrido la ciudad de Sevilla es un fenómeno preocupante, “nadie puede negar sus efectos positivos, porque genera ingresos y empleo en una ciudad como Sevilla, con pocas opciones de desarrollo. El problema es el modelo turístico que tenemos y quiénes se benefician de éste. En Sevilla todavía no hemos llegado al nivel de Venecia, en el que está en riesgo la misma urbe, pero estamos en camino. Se está produciendo una auténtica pérdida de la identidad de la ciudad.” Y esta pérdida “se ve claro en la expulsión del poco vecindario que queda ya en el Casco Antiguo, porque debido a los apartamentos turísticos, es imposible alquilar o comprar pisos. La turistificación es un fenómeno perverso que lo que está haciendo es vaciar el centro de vecinos, quitándole vida y empobreciéndolo.”
De todas formas apunta que “una gran cantidad de personas tengan la capacidad de conocer nuevos lugares es positivo. La cuestión es cómo se hace y a costa de qué. Por ejemplo, las low cost pueden parecer beneficiosas, pero hay que tener en cuenta que su negocio está basado en buena medida en la ayuda directa o indirecta que le brindan los poderes públicos, como ocurre con Ryanair en Sevilla.” Algunos ejemplos de los costes ambientales del low cost son “la emisión de gases de efecto invernadero por parte de los aviones” o bien, la degradación estética y ambiental relacionado con la gran cantidad de residuos que genera el turismo que al final, “eso hace que los más privilegiados busquen nuevos destinos, incluso el espacio exterior, mientras que a la mayoría se le deja lo que ya está degradado. En el caso de Barcelona es evidente: una ciudad con glamour que ha perdido muchísimo por haberse entregado a un turismo de muy poca calidad.”
El hecho de hacer excesivamente asequibles los espacios naturales y que queremos llegar a cualquier rincón en coche o autobús, Escalera comenta que “la accesibilidad no es mala en sí misma. El uso público de los espacios protegidos es fundamental. No tiene sentido, como se hacía antes, aislar estos lugares y convertirlos en santuarios. Pero el facilitar que la gente interesada pueda disfrutar de los sitios es diferente a la masificación y, sobre todo, a su puesta al servicio de los intereses comerciales, que son legítimos, pero que muchas veces nos llevan a ese uso exagerado del que estamos hablando.” Al final, “es un problema de concienciación, de educación. Saber que cuando tú vas a un sitio eres un elemento extraño que estás usando algo que no te pertenece; que tienes que ser respetuoso con el lugar, pero también con la gente.”
Este artículo es un resumen de la noticia original publicada por Diario de Sevilla: “El turismo convierte en mercancías la identidad y la cultura de la gente”.