El año 2018 ha sido declarado por la International Coral Reef Initiative como el “Año internacional de los arrecifes de coral”, con el objetivo de incrementar la conciencia global sobre su valor y las amenazas que tienen los arrecifes y sus ecosistemas asociados, promover alianzas para el manejo de los arrecifes de coral, identificar e implementar estrategias de conservación y compartir buenas prácticas en su manejo sustentable.
Pero ¿cómo está nuestro arrecife y qué estamos haciendo para protegerlo?
A inicios del año 2018, la iniciativa Healthy Reefs for Heatlhy People (Arrecifes saludables para gente saludable) publicó una edición más del Reporte del Arrecife Mesoamericano (que evalúa la condición y salud del arrecife en Guatemala, Honduras, Belice y México), el cuál menciona algunos datos importantes:
- Entre los 319 sitios monitoreados en los cuatro países, solamente el 1% estaba en condiciones ‘muy buenas’ y el 13% en ‘buena’, los demás se encontraron en estado crítico a regular.
- Los corales sufrieron afectaciones por blanqueamiento 3 años consecutivos (2015-2016-2017), es motivo de gran inquietud ya que los debilita y compromete su futuro.
- En México, los arrecifes han mejorado levemente su condición, pero siguen sufriendo un impacto importante, por lo que se requiere proteger a los peces herbívoros (ej. el pez loro), aumentar las zonas de recuperación pesquera y mejorar el tratamiento de las aguas residuales.
Y a pesar de que México ha hecho su tarea de proteger estos ecosistemas, a través de los decretos de Áreas Naturales Protegidas (incluyendo la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano), y eso asegura en parte su conservación a mediano y largo plazo, la realidad es que nuestros arrecifes, que son clave en la regulación costera, la protección contra tormentas, la captura de carbono y el desarrollo de especies que posteriormente servirán para la pesca comercial, entre otros, requieren una intervención urgente, si es que queremos mantenerlos por muchos años más y seguir recibiendo sus beneficios.
En materia de turismo, especialmente en México y en Quintana Roo, los arrecifes son más que un simple atractivo turístico, sino un ecosistema que sostiene inversiones millonarias gracias a la protección que nos da. Una de las estrategias más usadas en otras partes del mundo para lograr hacer frente al aumento del nivel del mar, a la pérdida de playas y a la protección costera es la valoración de los arrecifes de coral como sistemas naturales de protección.
Un arrecife sano, con crestas altas, nos ayuda a evitar el impacto de tormentas ya que disminuye la fuerza y velocidad de las olas que llegan a la costa, y provocan erosiones.
La Alianza por la Sustentabilidad de la Península de Yucatán ha logrado establecer compromisos claros de restauración de los arrecifes, lo cual es una de las grandes noticias que hemos tenido en los últimos años, pero el proceso no puede quedarse solamente del lado del sector público.
El sector privado ha respondido de forma tímida a este gran reto; existen pocos (aunque muy significativos) esfuerzos privados por empujar frente a sus costas la recuperación de arrecifes de coral, y serán ellos quienes obtengan primero los beneficios de tener un mejor ecosistema costero (incluyendo playas). Otros, han apostado por hacer sus propios rellenos de playa, sin una estrategia regional y de largo plazo, lo cual ha tenido resultados poco alentadores.
Y es que, estoy seguro, estamos ya en una época donde si la conservación es importante, la restauración lo es más, y las empresas y destinos que apuesten por esta estrategia de “supervivencia” de negocio, serán las que sean más competitivas en el futuro.
Conservemos y restauremos nuestros arrecifes para seguir manteniendo nuestro futuro.
Este artículo ha sido originariamente publicado en Sustentur: “Arrecifes: conservarlos y restaurarlos es preservar nuestro turismo”.