“Primero mi madre y después yo, hemos dirigido esta casa como un restaurante tradicional vasco desde 1999. Sin embargo, no fue hasta que mi madre se retiró y yo tomé las riendas del negocio, que decidí implantar el concepto de slow food como filosofía de trabajo.
Un buen día me di cuenta de que simplemente estaba en mis manos, como cocinero, crear sinergías entre el campo y la cocina: respetar al productor y a su trabajo, ofrecer menús elaborados únicamente con productos estacionales y locales a través de una cocina casera y tradicional. Así lo visualicé y así lo he conseguido. Hoy por hoy somos uno de los 3 restaurantes Slow Food de Álava.
Pero poco (o nada) ha sido sencillo. Y es que incluso al principio hasta el pueblo te menosprecia llegando incluso a decir “mira los ecologistas”, cuando dado el lugar en el que vivimos, deberían ser ellos mismos los que promuevan este tipo de iniciativas y técnicas de consumo.
No obstante, es muy reconfortante ver las sonrisas de la gente al marchar después de haber disfrutado de una comida con nosotros. Los propios clientes admiten que definitivamente se nota la calidad del producto. Y es que no es lo mismo una lechuga de Marcelino, que cualquier otra lechuga de un supermercado.
Por mi parte, lo que más satisfacción me da es el hecho de estar generando un cambio en la industria a través de nuestro apoyo a los productores locales. Somos un pequeño restaurante, pero esperamos poder servir de inspiración a otros tantos que al igual que yo quieran promover el cambio en el sector.
Al fin y al cabo, adaptar el menú a la disposición de los alimentos locales y de temporada va a proporcionar múltiples beneficios, no solo a la economía local, sino también a la calidad y a la historia detrás de cada plato.”
La historia de Juan Gil no es aislada, pero tampoco es tan común como nos gustaría. La transversalidad del turismo aterriza de lleno en la gastronomía y los productos alimentarios. Tener más en cuenta a los productores locales proporciona innumerables beneficios para la población local, luchando contra la despoblación rural, disminuyendo la huella ecológica de los productos y proporcionando experiencias gastronómicas a los clientes de las que dejan memorias duraderas.
Este artículo forma parte del Famtrip de turismo responsable al que fuimos invitados en la Llanada Alavesa por Agrotravel y la Cuadrilla de la Llanada Alavesa. Puedes conocer más sobre todas las actividades realizadas en el artículo escrito por Mi Ruta en este enlace.