Ya que cada vuelo es diferente, la forma más precisa de medir las emisiones de carbono está en función de cada pasajero. Pero no todos los asientos son iguales. A más asientos dentro de un avión de primera y business class, habrá menos capacidad para asientos económicos y mayor aporte de emisiones de carbono por persona.
Por supuesto, no es justo que esto vaya en contra de las personas que viajen en clase económica – ya que no son ellos los que ocupan más espacio. Cuando se estudió esta idea, el Banco Mundial estudió el aporte de carbono de un individuo con respecto a sus asientos. El resultado: la clase Business y la primera clase pueden llegar a tener una huella de carbono de tres a nueve veces mayor que las personas viajando en clase económica.
El Consejo Internacional de Transporte Limpio recientemente estudió esta diferencia en el avión Airbus A380, que se comercializa como el “gigante verde” y descubrió que su etiqueta ambiental se calcula en base a la capacidad de la aeronave para asentar a 850 pasajeros en clase económica. En realidad, un A380 típico cuenta con 525 plazas. Cuando esta discrepancia se explica, “el gigante verde” no es tan verde después de todo.
DESTRUIR LOS PROGRAMAS DE VIAJERO FRECUENTE
Parece ser que crear aviones con mayor capacidad no parece ser la solución para conseguir que la aviación sea mas sostenible. Entonces, ¿que tal si suprimimos los programas de viajeros frecuentes, que animan a la gente a volar más?
Este artículo es un resumen de la noticia original publicada por Popular Mechanics. Puedes leerla entera (versión en inglés) en este enlace: Should We Abolish Business Class To Save the Planet?