Viajando con los pueblos originarios: consejos desde las intimidades de Colombia

Taita Lorenzo y Marc caminando por las montañas del Cauca (febrero 2020)
Taita Lorenzo y Marc caminando por las montañas del Cauca (febrero 2020)
Viajando con los pueblos originarios: consejos desde las intimidades de Colombia
Lorena en ruta a Caquetá

Lorena Gómez Ramírez es antropóloga, tour leader, emprendedora social, miembro de expediciones de ‘turismo y paz’  en Colombia, periodista y escritora de viajes. Lorena es una de las ponentes que participarán en el Encuentro Digital de Turismo Comunitario que coordina Komú Travel


Como la mayoría de artículos que se escriben sobre turismo y pueblos indígenas hablan sobre ellos, hoy quiero referirme a quienes trabajamos para apoyarlos. A “los solidarios”, como nos llaman los indígenas de las montañas del sur occidente de mi país.

“Usted ya ha caminado, se ha sentado lo suficiente con nosotros y ha visitado los sitios sagrados. Ha aprendido a escuchar y a entender cómo es que pensamos aquí. Ahora que ya conoce y que está por llegar a sus 30 años, ahora sí puede salir a hablar. Así es como funciona para nosotros.” 

Esto me lo dijo en febrero Taita Lorenzo, médico tradicional del pueblo Misak. Estábamos aprovechando el rato a solas mientras Marc, nuestro viajero invitado de Holanda, terminaba su meditación matutina. Era nuestro sexto y último día juntos después de haber caminado, convivido e incluso sanado ideas inconscientes y preconcebidas que ellos tenían el uno del otro. Después de entender con cada cual qué estaba pasando, nuestro viaje concluyó con una conversación entre ellos (aún sin hablar el mismo idioma) y un abrazo de unión.

Los últimos 7 años he tenido oportunidades únicas de compartir, volvernos amigos y trabajar en equipo en temas de turismo comunitario y educación intercultural con indígenas alrededor de Colombia, principalmente con los misak, los wayúu, los arhuacos y los murui.  

Ellos me han enseñado otra forma de entender mi existencia como parte de la naturaleza, a escucharla y dialogar con ella. Alrededor del fuego, de una laguna o de la hoja de coca, me han dado consejos para cultivar relaciones sanas y solucionar los conflictos haciendo uso de la palabra dulce. Asimismo, me han mostrado su humanidad al abrir sus historias de vida, compartiendo preguntas personales, contradicciones, conflictos internos y retos como familias, pueblos y organizaciones. 

En este proceso también he conocido a otros solidarios cercanos a las comunidades. He visto el nivel de conexión y compromiso que tienen con el bienestar y los valores humanos de los pueblos originarios. Me atrevo a decir que a la mayoría de nosotros conocerlos nos ha cambiado la vida y por eso creemos que su mensaje es digno de ser compartido con el resto del mundo. 

Sin embargo, también es cierto que llevar este compromiso a la práctica creando puentes  que sean humanos, interculturales y comerciales al mismo tiempo tiene sus retos. Al fin y al cabo nuestro trabajo consiste en facilitar diálogos entre realidades, idiomas, monedas, imaginarios y formas de ser que no solo son diferentes, sino que tocan las fibras emocionales más íntimas de cada quien. La verdad incómoda es que el proceso no siempre es color de rosa, pero todos vamos aprendiendo en el camino. Incluso los mismos médicos tradicionales. 

Cuando Planeterra publicó el texto ‘Pueblos Indígenas y la Industria de Viajes: Guía de Buenas Prácticas’ me sentí agradecida y un poquito menos sola. Aunque en Colombia hemos venido construyendo redes, soy consciente de que debemos enfocarlas más en el aprendizaje mutuo y no solo en la comercialización. Seguramente todos los colegas tenemos anécdotas valiosas para intercambiar. 

Es emocionante pensar que todavía tenemos todo por conversar. Comenzando por nuestras reflexiones sobre “la silla” (como dirían los amazónicos) que ocupamos dentro de esta red, lo que nos corresponde, lo que no, en qué nos hemos equivocado, qué nos ha funcionado, qué hemos descubierto a nivel individual y de nuestros países y cuál es el potencial transformador de estos encuentros. Y por supuesto, cómo nos vemos a nosotros mismos como personas “solidarias” con esta causa. Después de todo, apoyar la llegada o el desarrollo del turismo en pueblos originarios es una gran responsabilidad.  

Por eso, así como la Fundación Planeterra, aquí comparto los aprendizajes más sencillos pero vitales de mi experiencia como emprendedora social con IN-Spire, conectando líderes con  burnout con la sabiduría de los pueblos indígenas y la naturaleza en Colombia (y ojalá Perú). Espero que este sea el inicio de un intercambio dentro y fuera de Iberoamérica al que la pandemia parece estarnos invitando:

Comencemos con el para qué

Antes de iniciar cualquier idea turística, es importante sentarnos por la noche con las abuelas, los abuelos y los demás miembros de la comunidad para entender su visión de buen vivir en el futuro: ¿cómo ven a su cultura y territorio dentro de 10, 30 o 50 años? ¿Cuál sería el propósito y el papel del turismo comunitario para contribuir a esa visión, a sus prioridades? ¿Tiene sentido implementarlo?  

Intención espiritual

Trabajar en un equipo intercultural implica involucrarnos en su forma de hacer las cosas. Con los pueblos indígenas esto significa empezar por pedir permiso espiritual a los ancestros y a los dueños de los lugares, hacer las consultas u ofrendas pertinentes con los médicos tradicionales respetados y confiar en las palabras de consejo que nos digan tanto ellos como las plantas sagradas. El yagé es un ejemplo.

Los guías no solo somos guías, somos mediadores culturales

El rol de los guías es más que acompañar, es ayudar a comunicar para que las conexiones sean profundas y significativas para ambas partes. Podemos sensibilizar a los guías locales sobre “el mundo de afuera” y asegurarnos de que haya tour leaders que entiendan bien la cultura local para darle un contexto más amplio al grupo que acompañan. 

Todos tenemos algo nuevo que aprender y qué sanar

Indígenas o no indígenas (esta es una conversación para otro espacio), todos somos igual de humanos: llevamos heridas tanto en nuestro corazón, cuerpo y mente, como en el pasado familiar e histórico que tenemos. Entender al otro, nuestros prejuicios y lo que tenemos en común debe ser recíproco. Este es un ejercicio que nos corresponde a todos porque somos una sola familia.

Lorena Gómez Ramírez
Lorena Gómez Ramírez
Antropóloga, tour leader, emprendedora social, miembro de expediciones de 'turismo y paz' en Colombia, periodista y escritora de viajes. Ha sido investigadora y consultora en educación intercultural, turismo indígena, turismo comunitario y formadora de guías en storytelling e inteligencia emocional. También hace parte del Consejo de Autoridades Ancestrales y Espirituales de Colombia desde el 2015.

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