Cuando el turismo llega a su capacidad máxima: el cierre de la isla de Holbox

Cuando el turismo llega a su capacidad máxima: el cierre de la isla de Holbox

Si ustedes son residentes de algún destino turístico, el que sea, seguramente la idea de cerrarlo al turismo les ha pasado por la cabeza más de una vez: ya sea después de estar una hora atrapados en el tránsito en plena temporada alta, o después de ver en las calles la cantidad de gente y la basura generada por su estancia, o el deterioro de espacios públicos y sitios de gran valor natural o cultural por falta de una buena gestión, entre otros.

Pues este pensamiento lo comparten muchos ciudadanos de sitios turísticos que están siendo víctimas de lo que Elizabeth Becker observa en su libro Overbooked, The Exploding Business of Travel and Tourism: un turismo en crecimiento y descontrolado.

La gestión del turismo en los destinos, que según las estadísticas seguirá aumentando en el mundo y en México en los siguientes años, es uno de los grandes retos que tenemos aquellos que nos dedicamos a esta actividad: ¿cómo seguir generando beneficios de esta noble actividad, sin acabarnos los recursos naturales y generando beneficios locales?

El fin de semana, habitantes de la isla de Holbox, en Quintana Roo, uno de los destinos emergentes más importantes del país, que en los últimos años se ha posicionado como un paraíso para el turismo natural y de bajo impacto decidieron, en conjunto con asociaciones empresariales y gremiales, impedir el acceso de visitantes al destino, por considerar que la Isla se encuentre en “estado de emergencia”.

Las acciones que se han realizado desde el Gobierno Federal y Estatal, como la clausura de 36 hoteles por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, o el saneamiento del sitio de transferencia y la propuesta de recolección de residuos diferenciados por parte de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente Estatal, han sido acciones importantes, pero no llegan al fondo del problema.

¿Y cuál es el fondo entonces? Primero, que seguimos repitiendo el mismo modelo de desarrollo que en otros sitios del mundo, el país y el estado, cuando muchas veces se ha hablado que el modelo está agotado y hay que diversificar; segundo, que seguimos pensando que el éxito de un destino se da por el número de visitantes y nuevas inversiones, cuando hay sitios que lo último que requieren es precisamente eso; tercero, que aunque hay legislación que cumplir, sigue sin publicarse el Programa de Manejo del Área Natural Protegida (si, Holbox se localiza en el Área de Protección de Flora y Fauna de Yum Balam) lo que de alguna forma limita la acción de la autoridad.

Y la medida del cierre es extremadamente drástica; pero imaginen ustedes que en la Isla viven 3,000 personas, y llegan a recibir hasta 7,000 turistas en un solo momento; si el lugar donde viven, donde nacieron, o al que adoptaron tuviera ya seis días sin abastecimiento de agua, con un pésimo manejo de sus aguas residuales, con colapsos por el sobreuso de electricidad, yo creo que tomarían la misma decisión de no permitir que el caos siga reinando.

¿Qué puede hacerse? ¿Cerrarlo? No, porque la medida también afecta a todos aquellos que de alguna forma viven legalmente del turismo, y cuyas familias dependen de la actividad.

Primero, se requiere una intervención urgente de autoridades federales, estatales y municipales para atender lo urgente: abasto de agua, energía y buen manejo de aguas residuales; segundo, llevar a cabo un buen estudio de Límite de Cambio Aceptable y Capacidad de Carga, instrumentos que regulan la actividad de turismo en Áreas Protegidas y, a partir de ahí, establecer estrategias de manejo.

¿Cómo cuáles? Limitar visitas, decidir qué turistas queremos que lo visiten, cobrar un impuesto especial a turistas y crear un Fideicomiso que gestione los fondos para trabajos de mantenimiento de infraestructura, posicionar Holbox como un sitio único, al que la gente tenga que reservar con anticipación para poder llegar (aquello que vale la pena debe costarnos trabajo), limitar la infraestructura hotelera y regular fuertemente otro tipo de establecimientos, crear un órgano de gestión de destino ciudadano que tome decisiones, y realizar una promoción muy especializada de la joya que es el sitio, y de la gran oportunidad, pero también compromiso, que adquiere el turista a visitarlo.

¿Cerramos entonces? Sí, pero solo con miras a realmente generar un modelo de turismo sustentable en la entidad, porque me consta, que un turismo bien gestionado, puede funcionar como una herramienta de conservación de los recursos y de mejora de la calidad de vida de las personas. Holbox se merece eso.

Este artículo ha sido publicado originalmente en Sustentur. Puedes acceder al artículo en este enlace.

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